mujER aristócrata
Me libero.
Me libero de siglos.
Me libero de vivir encerrada en una amurallada casa de tres patios.
Me libero del control del dueño de casa, del jefe de familia,
de mi fraile confesor, y de mi pariente obispo.
Me libero de no poder salir de día para no dejar la casa sola
porque los sirvientes pueden robar algo, una prenda,
un candelabro, cualquier cosa.
Me libero de no poder salir de noche por los asaltos,
pero por sobre todo por la poca iluminación que hacen de zanjas,
acequias, y pozas de agua pútrida una trampa que ensucian
mis vestidos, medias, y mantillas.
Me libero de sirvientas que espían mis movimientos
para velar por mi virtud, y vigilar mis joyas.
Me libero de esperar al dueño de casa, de esperar que me
pidan tocar el piano, de esperar para poder decir algo correcto y amable.
Mi puerta de salida es estrecha. Sólo lleva a la misa dominical,
a la procesión de mayo, a la casa de mis parientes, y al café de calle huérfanos.