mujER asalariada
Trabajo están ofreciendo,
casas de moda francesa,
mucha moda burguesa,
las ricas están requiriendo.
Y yo sólo estoy queriendo,
ya no ser una sirvienta,
ni tampoco dependienta,
de la hermosa Chingana,
nos tratan de mala gana,
¡Qué sociedad tan violenta!.

Veo nueva oportunidad,
en el trabajo de costurera,
así decente y austera,
será mi nueva actividad.
Tendré también más dignidad,
ya no seré una servidora,
cara a cara a la señora,
ahora la podré mirar,
de igual a igual hablar,
la distancia se aminora.

Ahora estudio y trabajo
ahora leo y escribo,
me caso con mejor partido,
hoy ya no estoy tan abajo.
Y con garbo y desparpajo.
mi aguja me dignifica,
todo mi ser se amplifica,
no importa el poco salario,
ni el largo de los horarios,
un avance esto implica.

Pero algo raro sucede,
la sangre se me urbaniza,
mi alma se proletariza,
¡el sistema a mí me agrede!.
Mi espíritu retrocede,
he perdido mi libertad,
tener patrón es necedad,
poco salario y un arriendo,
y no alcanza el alimento,
pido fiado, es necesidad.

Regresar ahora no puedo,
mis manos están atadas,
la Chingana clausurada,
¿ahora donde yo me hospedo?.
¿Y ahora cómo yo procedo?.
Quieren francés su mundillo,
tienen llenos los bolsillos,
desprecian a lo popular,
quieren café, club, y buen bar,
y que yo sea de conventillo.

Y ahora que tengo marido,
y mis hijos no son huachos,
se me mueren de un empacho,
o de un tifus bien sufrido.
Todo huele aquí a podrido,
vivo en pieza sin ventanas,
estoy sin sol tarde y mañana.
Y por el mil novecientos,
nacen mil mueren quinientos,
la estadística es insana.

En orfanatos es peor,
de mil mueren ochocientos.
Los ricos tienen gran pavor,
muchos pobres, muchos muertos.
Y organizan con gran fervor,
puras obras de caridad,
lo que es pura nimiedad,
pues no cambian el sistema,
la riqueza es su lema,
su rezo es banalidad.

Y cuando su minería,
su comercio y su banco,
quiebran y tienen embargo,
más aún nos oprimirían.
Burdeles y botillerías,
son su negocio ahora,
y en prostitutas,
no en señoras,
y en borrachos,
no en obreros,
nuestras vidas convirtieron,
la cuestión social aflora.

Ya no sirve mi costura,
tampoco mi educación,
Todo esto es conmoción,
No queda decencia alguna.
¿Y qué tristeza y amargura,
ellas parecen cargar?,
¿No tienen nada que contar?
Quizás cómo han vivido,
Quizás cuánto han sufrido,
que no pueden ya ni hablar.

(En la obra, la última cuarteta
da paso a la danza de las mujERES
originarias. Ellas ya no pueden
hablar. Sólo danzan su dolor.
Hay cosas indecibles).