Este micro DocuDanzaTeatro está inspirado en las mujERES costureras de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Eran mujERES educadas, y letradas, pues sabían leer, escribir, y manejaban matemáticas y mediciones de manera aplicada; es decir realizaban un trabajo manual que requería (y requiere) de expertiz intelectual.

En dicho período se inicia el proceso de industrialización chileno, que surge sin existencia de leyes laborales; y como las personas del campo masivamente migran a la ciudad en búsqueda de trabajo, se recrudecen las diferencias sociales que son estructurales de la sociedad chilena, pues de modo similar a lo acontecido durante la conquista y colonia, los obreros y trabajadores reciben nulos o bajos sueldos, maltratos, y son obligados a extensas jornadas de trabajo iguales o mayores a 14 horas, lo que incluye el trabajo infantil. A todo ello se suma una urbanización descontrolada de las ciudades en detrimento de condiciones dignas de vida. Todos estos elementos se engloban en el concepto «la cuestión social».

Ante tal situación, la respuesta de las clases trabajadoras es contundente, tomando la dimensión de un movimiento social. Se crean y fortalecen sociedades, mutuales, mancomunales, y asociaciones de obreros y obreras, que levantan sedes, organizaciones para el debate y la cultura, y periódicos y revistas.

La Asociación de costureras fue la más importante organización de mujERES trabajadoras de la época, entre unas 22 que existían, cantidad que también incluye a asociaciones mixtas. (Memoria Chilena, 2023). Esta asociación tenía como fin la protección, ahorro, y defensa de las trabajadoras; así, mediaba entre obreras y empresarios, pactando contratos de trabajos que establecían salario y tiempo laboral, (algo «moderno» para la época); proveía subsidios en caso de cesantía, enfermedad, o invalidez, y realizaba préstamos para adquirir herramientas de trabajo o materiales.

La Asociación también tenía periódicos y revistas que se enarbolaban como las primeras publicaciones que difundían planteamientos feministas. Entre ellas famosa es La Alborada, fundada en 1905 por la obrera tipógrafa Carmela Jeria, cuando tenía 19 años de edad. Las obreras y obreros tipógrafos también eran muy instruidos (como Luis Emilio Recabarren), pues tenían acceso a los contenidos que publicaban. Luego la Alborada fue dirigida por la obrera corpiñera Esther Valdés, quien dio una clara orientación a la revista, declarándola en 1907 como «publicación feminista».

El micro DocuDanzaTeatro «La Costurera» representa la jornada de trabajo de una costurera independiente. Su día comienza con las compras de víveres y de material para su labor; y nos encontramos con ella de regreso a su casa, que queda en el cerro.

La Costurera vive en la ensoñación de que posee el don de la reparación de todo lo roto, fracturado, resquebrajado, mutilado, o despedazado; lo cual aplica para sus propias heridas, pasando por la naturaleza, y terminando en ropajes ajenos. Dicha ensoñación, y su rol de obrera y creadora, la hace ser a la vez Mujer y niña, que no dejará jamás de imaginar y jugar.

Así camino a casa, casi a modo de obsesión repara su vestido como repararía a su propio corazón; luego repara un volantín construido con un ejemplar de La Alborada, para que otra Mujer tenga la posibilidad de leer sobre su liberación; y llegando a casa repara la hoja de un árbol, que se ha fracturado quizás por el viento, quizás por el otoño, o quizás por la vejez.

Ya en casa plancha, corta, moldea, y juega. Esta sola, pero es feliz. Y cose, cose, cose, al ritmo de su «moderna» máquina de coser, que como es de fierro puede coser desde un velo hasta cuero. Es una buena máquina que heredó de su abuela. Su cuerpo ya cansado por la noche sigue y sigue la labor, hasta que las velas dejan de arder.