–Conciencia, casi una declaración de principios
Nos reconocemos de clase media y mestizas. Nos inspiramos en un texto de la mujer de bajo pueblo, pero en ningún caso queremos suplantarla. Ni sobre, ni bajo el escenario. Nuestra profesión de artistas, nuestros parámetros estéticos, nuestra forma de hablar, y nuestra corporalidad nos delataría de inmediato. Y en el escenario no es posible mentir.
Somos herederas de esa clase “huacha” de la que habla Salazar. Sin derechos ni deberes. Ni alta, ni baja, ni indígena, ni esclava, sin pasado, ni futuro.
Rendimos tributo a todas las verdaderas mujERES de bajo pueblo, y también a aquellas aristócratas que fueron las primeras chilenas que lograron liberarse, precisamente afirmadas en la plataforma que le otorgaban sus sirvientas de clase baja. Aún sucede algo parecido.
Rendimos tributo a esas mujERES, y nos (re)construimos históricamente a partir de ambas: ricas y pobres. Porque de la mujer de clase alta se ha escrito mucho, de la mujer popular aún no lo suficiente, y de nosotras, las de clase media, prácticamente nada.
–Dramaturgia
Se nos hizo una obra no lineal, articulada desde una clase de zumba.
¿Por qué la zumba?. Porque desde nuestro trabajo corporal como bailarinas, coreógrafas, o profesoras de danza, la vemos transversal, posible para todas las mujERES; aunque mientras más arriba en la pirámide social, más gana terreno el yoga, el pilates, el crossfit… y decae la zumba.
Porque en las clases de zumba vemos como las mujERES disfrutan. Se hacen miércale las rodillas. Pero alivianan el corazón, y liberan energía, y regresan a sus casas más livianas.
Porque una escena de zumba no sería parte principal de una obra de danza “culta”. Porque hay modos corporales que están más validados que otros. El gremio dancístico y la sociedad posee una jerarquía que gradúa a los usos corporales, y la zumba estaría dentro de una vulgaridad media a alta. Depende de dónde se practique.
La obra comienza con una clase de zumba. Cuando termina las mujERES entran en ese círculo mágico de conversación, que desde lo masculino se visualiza como un cuchicheo interminable e inentendible, desde donde pueden brotar risas, llantos, o ambos simultáneamente. El círculo mágico lleva a las mujERES en un viaje en el tiempo. Realizando todos los cambios de vestuario dentro de la escena, las mujERES transitan como campesinas felices, chinganeras, aristócrata, asalariadas, madre de familia, y mujERES actuales.
En dos oportunidades el recorrido se interrumpe por la presencia del tiempo real. Por la clase de zumba. Basadas en la rutina de un conocido humorista nacional, en una de las clases las mujERES descubren que ese modo corporal puede ser un placebo, un entrenamiento, para que día a día el sistema neoliberal disponga de cuerpos aptos para el trabajo. Pero como su deseo de disfrutar está por sobre cualquier malévola teoría socio-corporal, toman conciencia de su propio disfrute, y comienzan su liberación, incluyendo la sexual.
Hacia el final de la obra, nadie asiste a la clase de zumba. Todas están en la marcha femenina de mayo 2018. Seguir contando el final es spoiler completo. Mejor venga a ver la obra cuando se remonte.
Danza y textos. Una danza política realizada por danzaactrices.
¿Cómo bailar nuestra historia si no la conocemos?.
¿Como presentar al público nuestra historia, si observamos que los referentes, los arquetipos, no están socializados?.
La danza es simbólica. La danza recurre a las memorias del espectador. ¿Y si no hay símbolos?. ¿Y si no hay memoria?.
No nos quedó otra que usar textos. Escritos y hablados. Por una parte para superar ese ahogo del cual sufren los bailarines y bailarinas; y por otra para sobrepasar la danzarina convención del no decir hablado.
Sin símbolos, sin memoria, sólo nos quedaba el argumento textual, y para ello transformarnos en danzactrices. Y sin saberlo de antemano, fuimos “antiguas”, inconscientes herederas de una tradición ancestral, cuando los tipos de arte aún no estaban divididos, especializados. Donde la premisa es la comunicación estética. Y política.
Y nuestra danza se convirtió en un acto político. Pero no porque deseáramos revoluciones, motines, o tuviésemos un exacerbado afán educativo. Simplemente porque deseábamos coreografiar y bailar nuestra historia. Pero antes de ello tenemos que escribir nuestra historia. Y socializar sus referentes. Sólo en ese momento podremos bailarla libremente, evidenciando otras sutilezas, otras emocionalidades, que sabemos son imposibles de conseguir desde lo escrito y lo hablado.
En efecto, desde el punto de vista de la coreógrafa, las secciones más importantes de la obra mujERES no se explican con palabras. Simplemente se bailan, anclando su sutil significancia y emotividad en lo previamente construido desde la palabra hablada.
–En escena
A veces, en círculo, entrelazando historias, a veces de abrazos intensos, miradas cómplices, risas espontáneas, locura, de la mano, corriendo, cayendo, te sostengo, me sostengo, en compañía, nos miramos, sabemos que algo no anda muy bien, nos sonreímos, eso nunca falta, sonrisas y más risas, locura.
¿Bailamos?.
Te acompaño, tejemos, redes de inmenso amor, de respeto, de colores, me acompañas, bailamos libres, juntas, conociendo, compartiendo, perdiéndonos, y qué?…
Así danzamos,
Aquí danzamos,
Nosotras,
A veces,
Ojalá más veces…
-Jean Pierre
Si tiene oportunidad de conversar con las bailarinas,
pregúnteles quién es Jean Pierre.
También puede mencionarles “las mandarinas”;
y espere la reacción y explicación.