Al Perú se exporta trigo,
es mi gran oportunidad.
para huir de tanta maldad,
¡al conquistador maldigo!.
Y hoy a todos aquí digo,
mi casa es un gran cobijo,
y tengo pareja e hijos,
con o sin la iglesia.
Hoy ya nadie me desprecia,
con mis reglas yo me rijo.
Muy de a poco comenzamos,
yo aporté mis dos carneros,
él su yegua con apero,
los vendimos y cobramos.
y un poco’e tierra compramos,
un rancho primero hicimos,
luego casa construimos,
de adobe linda y grande,
Y a to’o el que por aquí ande,
muy feliz lo recibimos.
La división del trabajo,
yo pacté con mi pareja,
él ara, siembra y cosecha,
lleva trigo pa’ llá abajo.
Yo no tengo ni un relajo,
pues cocino, hilo, tejo,
crío niños, doy consejo,
licores hago con gana,
amaso, y soy artesana,
mis dolores atrás dejo.
Llegando al mil ochocientos,
somos cien mil las mujeres,
tejedoras con deberes,
e hilanderas hay por cientos.
Seguro me ha visto cosiendo,
vendiendo o amasando,
por aquí todavía ando,
¡soy la mujer campesina!,
que ya nadie adoctrina,
soy el centro, estoy al mando.
En torno a mi quehacer,
surge el mundo popular.
Este Chile ha de nacer,
matriarcal y no dispar.