Inicialmente esta Mujer representaba a una Mujer mapuche, pero se fundió con las experiencias recientes de la bailarina, el músico, y de la coreógrafa, convirtiéndose en una Mujer originaria, pero que a la vez representaba un arquetipo atemporal que atraviesa a toda la historia de Chile. Por eso este micro DocuDanzaTeatro fue nombrado entre comillas, «simplemente», como Mujer.

La inspiración fue una canción de cuna de Lola Kiepja, chamana Selk’nam cuyos cantos fueron grabados a mediados de los 60′ por Anne Chapman. El canto de cuna fue propuesto por el músico Freddy Herrera, pues había realizado una obra que abordaba la temática Selk’nam, y durante el proceso de creación musical, este canto fue especialmente significativo para él.

Este micro DocuDanzaTeatro comienza dando cuenta de una naturaleza libre y bella, que lamentablemente se convierte en motivo de muerte por el anhelo de codicia de los colonos.
La Mujer enredada en el árbol simboliza los cepos de madera
utilizados para maniatar a los Selk’nam,
quienes bajo el consentimiento de los gobiernos de Chile y Argentina,
entre 1890 y 1919 sólo dejaron a 297 sobrevivientes.

La Mujer enredada en el árbol ya no tiene sus ropas originarias.
La Mujer enredada en el árbol tiene sus ropajes estropeadamente entreabiertos.
La Mujer enredada en el árbol es una sobreviviente.
La Mujer enredada en el árbol tiene un imperativo que la moviliza hacia la emancipación.

Las ramas en el árbol también se convirtieron en el símbolo de las redes discursivas y parámetros socioculturales que apresan a todas las mujERES.
La Mujer logra desprenderse
de esos cordones umbilicales transgeneracionales
que limitan su sentipensar.
Y huye certeramente
por un camino trazado,
pero desconocido.

Y descansa con los ojos abiertos desde la templaza de su alma.
Porque el contacto con la hierba húmeda es vital y tranquilizadora.
Y porque a pesar de que debe conservar las vestimentas impuestas por creencias ajenas,
su piel vuelve a sentir la textura de la tierra diagramada en geometrías sagradas,
que facilitan su reingreso a lo ancestral. Y con la ayuda sigilosa de las arañas,que le traspasan su astucia, inteligencia, y habilidad para tejer y crear; su huida se transforma en una búsqueda instintivamente apremiante
de algo cuya claridad se tendrá solamente cuando se encuentre.

La naturaleza como Mujer madre de todo lo existente
clama por la urgente liberación de sus hijos, de nuestros hijos, de los hijos de la Mujer, y durante la búsqueda exige máxima alerta del alma y de los sentidos, para poder comprender el susurro de los vientos, y advertir anhelos de sobrevivencia en los aromas de las flores, y en el polen que esparcen las abejas.
 
No lo sabíamos,
pero mientras la Mujer recorría el camino hacia su emancipación,
la naturaleza sigilosamente
 se ha encargado de la protección de la reproducción de la vida, de su vida.
Y lo ancestral aparece sincretizado con lo cristiano,
como indomable estrategia de sobrevivencia, y como resonancia de sabiduría ancestral, que sabe que la lucha continúa.
 
Lo buscado ha sido encontrado, y la desarmada vestimenta de la Mujer cobra un sentido reparador,
pues su pecho al viento no era destino de abusos,
sino alimento de para nueva generación.

Desde la década del 70, cada cierto tiempo aparecía la noticia de que había muerto la última Selk’nam. Pero la situación se ha revertido. Basados en estudios realizados por la Universidad de Magallanes y la Universidad Raúl Silva Henríquez, el 11 de octubre del 2023 se promulgó la modificación de Ley que considera a los Selk’nam como pueblo originario. El último censo del 2017, establece que 1.144 personas se reconocen pertenecientes a los Selk’nam.